lunes, 24 de agosto de 2009

EL LOCO JARETA ENCERRADO EN SÍ MISMO

Inmediatamente sentí la necesidad de estar solo, sólo en mí, en lo profundo de mi existencia. Pero también aceptaba a este muchacho como compañía inseparable, como algo inevitable, que debía estar conmigo porque era la razón de esta nueva visión que había surgido en mi mente. Él también quiso acompañarme, seguirme en esa rica soledad que me invadía. Quise advertirle que su presencia hizo que en mí naciera la esperanza de ver al mundo como lo veía antes, no sé cuanto tiempo atrás. Fue entonces cuando comencé a pensar y a decirme a mi mismo:
“Hoy tengo el alma totalmente evocativa”, esta frase me recuerda a un gran compañero de trabajo, Fernando Agüero, que hace mucho tiempo me diera un libro escrito por él mismo llamado “Ofrenda Lírica”. Ignoro que habrá sido de este gran amigo, pero vaya para él mi humilde homenaje.
“Hoy tengo el alma evocativa”, decía, pues mis recuerdos me llevan a valorar hombres y mujeres del pasado, aquellos que a partir de su creatividad y de su enamoramiento por la vida, se han destacado desde sus más diversos quehaceres
Ahora estoy sentado cómodamente en un sillón, y estoy escuchando música, las melodías que me agradan, por ejemplo, la inolvidable Billie Holiday en su también inolvidable “The Man I Love”, y es entonces cuando pasan por mi mente los más brillantes momentos de la vida. Recuerdo entonces, aquellos días en que vivía mi juventud, un tanto desordenada, pero muy conciente de mis acciones, disfrutando cada uno de los momentos que la energía me permitiera vivir. Estoy vagando en el pasado, acompañado por los gigantes del jazz.
No es exclusivamente a ellos que quiero referirme, sino al mundo de los valores, que hoy están tan vapuleados. Es entonces cuando prefiero vivir allí, en mis recuerdos, para disfrutar lo que más cuesta hoy encontrar, los valores perdidos. Por supuesto que ellos están en mí, pero justamente por ello compruebo que no puedo adaptarme a este ritmo vertiginoso en el que estoy sumido, enajenado, alienado y soportando un ir y venir de marea que me confunde y desespera.
Estos grandes, que estoy escuchando y disfrutando, como si fuera la última vez, encerrado en mi cuarto, sentado frente a la computadora, escribiendo mi sentir, el sentir emocionado de quien se halla perdido frente al tiempo, y que encuentra una luz que lo puede guiar, mi “alumno imaginario”
Es ahora cuando aparece Sara Vaughan y su “Misty”, en el tema dice: ¿No cuenta de cómo estoy irremediablemente perdido? Claro que quisiera estar perdido como ella en una nube de soledad, pero amando. Yo en cambio tomo la cuestión en forma literal, estoy irremediablemente perdido, y lo estoy porque no puedo encontrar la salida. El mundo en su vorágine me aturde, me domina.
Es probable que en este escrito quede expresada mi confusión, a través de la incoherencia de alguna de mis reflexiones. Pero es lo que siento y lo digo como lo siento. Al fin y al cabo, es mi escrito y no pretendo llenarme de dinero con él. Sólo estoy utilizándolo para volcar mi alma.
Cuántos seres estarán pensando en lo mismo, la falta de opciones existe, pero sólo para los que están confundidos. Aquí pareciera surgir una contradicción, bueno…, bienvenida sea, porque indica una salida, aunque un poco neblinosa, pero salida al fin. Estar confundido no quiere significar la perdición, simplemente es estar en un espacio cerrado, pero buscando una salida que espero encontrar al poner en orden mis ideas. Por lo tanto a no desesperar, que a veces uno mismo encuentra la salida, por allí, sin querer, volcando su sentir en un simple escrito.
De improviso recordé las palabras de un profesor que tuve en mi secundaria: “Estar sólo con uno mismo es cosa muy rica, porque permite salir de sus propias confusiones, viajar por sus particulares incoherencias, hallar caminos inimaginables, conversar con un mismo y encontrarse, valorar sus pensamientos y asegurar posiciones, darse la mano con su mismidad, tratar de volver a caminos que perdiste alguna vez en la espesura del bosque, vislumbrar trayectos impensados, tomarse de sí mismo y avanzar hacia horizontes abriéndose paso entre los matorrales. La inteligencia puede así discurrir, develar, tropezar con mundo nuevo siquiera presentido alguna vez, y entonces avanzar, aún permitiéndose errar, fallar. El error permite también repensar el camino, replantearse perspectivas, hallar otros confines cada vez más claros y posibles de ser transitados”. Comprendí entonces que sí era el mundo el que se apresuraba a vivir, que yo no estaba errado, que era preciso pensar, reflexionar antes de actuar, que no podíamos viajar por el futuro como bólido en el espacio, porque de esa manera tropezaríamos con obstáculos imposibles de sortear, y justamente es allí donde las fieras intentan devorarte porque te encuentran desprovisto, despojado, paria, perdido en el tiempo, y tratan de destruirte sin piedad, porque te conviertes en un estorbo para sus propios planes corrosivos.
¡Uf!, me cansé, mañana, si Dios quiere, seguiré con mis reflexiones.

Escuchaba por detrás las voces de mis compañeros, que decían:
Che Jareta está perdido, ya no hay quien lo salve, se aisló del mundo y entró en una oscuridad total. ¡Pobre Jareta!

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