lunes, 24 de agosto de 2009

JARETA ¿SICOLOGEANDO?

Sentado a mi lado, mi amigo, continuaba como absorbido en sí mismo. Pareciera que las palabras que dije hubieran provocado en él, un estado de indefensión, se lo veía desvalido; su expresión me preocupaba. Me decía a mí mismo, no puede ser que palabras del pensamiento socrático le hayan provocado tanta desazón, entonces le pregunté:
- ¿Estás bien? Hey amigo, ¿estás bien?
De repente vino en sí, y me contestó:
- Sabés, recuerdo un día, vos te sentaste junto a mí en un banco de plaza, creo que fue justamente enfrente del hospicio, y yo, que también estaba callado, ensimismado, me mostraba desconfiado, estaba al lado de un desconocido que me hablaba. ¿Quién era?, me preguntaba, ¿por qué se acercó a mi?, ¿qué cosa querrá? Estar en una plaza sentado en un banco era para mí penetrar en mi mismo, estaba en ese momento, mirando todo a mí alrededor, pero sin mirar nada, todo pasaba y yo nada captaba de mi exterior. Vos viniste a romper ese estado en el que yo gozaba de mi propio discurrir. Pasaban por mi mente las más variadas situaciones de mi vida. Soy un adolescente, que apenas he vivido y, tantas cosas me pasaron, tantas, que mi mente no alcanzaba a divisarlas claramente. La charla que tuvimos ayer me hizo volver a mi propia interioridad, por un momento. Una parte de nuestra última conversación me provocó tal actitud. Vos dijiste: “, porque quien se conoce a sí mismo llega a su esencia, a su propia ‘insistencia’, y desde allí toma contacto con su ‘ser en sí’ y sus propios valores. Sólo así, querido amigo, tomando conciencia de este aspecto esencial de tu vida, podrás continuar con esa etapa inconclusa, que tú mismo has definido como, ‘detenida en el tiempo, para poder encontrarte a ti mismo”.
Que cosa tan insondable es la mente, es cierto, este muchacho era aquel y no lo recordaba, es como si nunca hubiera estado en su presencia, o bien lo negaba, me era extraño y no lo comprendía, al menos desde el punto de vista en que se presentaba ante mí. Lo cierto es que ese sujeto, cada vez me conmovía más, me compenetraba más con él. Desde que se me apareció, como salido de la nada, se me hizo inseparable. A veces parecía lejano, pero siempre acompañándome. Y remarcó:
- Recapitulando frases que tú has dicho hace mucho tiempo, evoco una que me impactó, dijiste en una oportunidad: “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser”, creo que, según expresaste en ese momento, era una frase de Platón
- Efectivamente amigo mío, pero Platón no finaliza en esa frase su pensamiento. Las frases, querido amigo, encierran todo un pensamiento, todo un contenido semántico que puede traducir la más auténtica profundidad del alma. Platón tenía innumerables frases como esa, o como esta otra: “El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos”. En esta frase está contenido prácticamente el pensamiento de Platón
Al hablar del yo, Platón hace referencia a la esencia del hombre, perfecta, inteligible, eterna, inmersa en un cuerpo humano, que es sensible, cambiante, temporal, imperfecto. Allí están los dos mundos de Platón el mundo ideal y el sensible, con sus características correspondientes. La forma de acceder a lo esencial es para él, la razón, el pensamiento. Sólo así el hombre es capaz de buscar lo sustancial, acercarse permanentemente al contacto íntimo con su mismidad más absoluta. Los sentimientos, aunque impulsan la voluntad, perturban y subjetivizan y privan al hombre de alcanzar la propia entidad de las cosas, perdiendo así la objetividad
Todo lo que haces, según tú me cuentas, para llegar a tu mismidad, es decir, al propio ser, a tu esencia más profunda, es un discurrir de la razón, porque en este momento estás perdido en tu propia ignorancia, ¡Ojo! en el verdadero sentido de la palabra ignorancia, o sea, en el “no saber”. Estás tratando de alcanzar la “verdad”, inalcanzable, por cierto pues la “verdad” nunca llegarás a poseerla totalmente, siempre habrá algo más por saber. La búsqueda del saber es interminable
Razón por la cual, y siguiendo un precepto de mi padre, podemos enunciarlo de esta manera:
“LA RAZÓN NOS LIBERA, LA IGNORANCIA NOS ESCLAVIZA”
No podemos ser esclavos de nuestra propia ignorancia, es por eso que debemos siempre volver a Sócrates y su famoso dicho “CONÓCETE A TI MISMO”
- Bien, estoy de acuerdo, pero…
- No amigo ya estoy agotado, además no me siento muy bien, es como si mi mente me diera vueltas, buscando quién sabe que cosas…Chau, hasta mañana


Mirá Jareta se va nervioso, como desencajado. Pobre “Jare.” Qué le estará pasando. Cuando ocurre eso seguro es que está entrando en crisis

No hay comentarios:

Publicar un comentario