lunes, 24 de agosto de 2009

¡UFA!, JARETA Y LA FILOSOFÍA


Acá estoy, hundido en mi mismo, como buscando, como siempre, mi propia razón de ser. Siempre me cuentan que cuando caigo en la más absoluta soledad, me aparto del mundo. Ya nadie se sorprende, a veces lo hago en silencio, otras alocadamente. Es decir, muestro las más variadas formas de ser.
Pero cuando estoy profundamente conmigo mismo, suelo obtener los más valiosos resultados.
Vez pasada comentaba yo mis miedos. Los que surgen cuando estoy débil y me siento desprotegido incluso de mi mismo, cuando no le encuentro sentido a la vida, cuando veo todo oscuro y pierdo las esperanzas de hallarme en un mundo mejor y poder alcanzar la felicidad. Creo que en mayor o menor medida siempre procuramos ser felices. Aristóteles llamaba a la felicidad “bien supremo”, el que alcanzamos al final de una “cadena de fines”, siendo la felicidad el “fin último”, logrado al cabo de una vida virtuosa, una vida en donde un logro se continúa con otro enlazado al anterior, “los fines” que Aristóteles describe como ligados unos a otros para lograr finalmente “la felicidad”. Yo concuerdo con esta forma de pensar, sé que al término de nuestra vida nos daremos cuenta si fue útil o un desperdicio nuestra existencia.
Me he preguntado miles de veces ¿Qué es la vida?, ¿Para qué vivir?, ¿cuál es el sentido real de nuestra presencia en este mundo? He hallado las más disímiles formas de analizar este aspecto. Creo yo que nuestra vida tiene un sentido, no nacemos para nada, hay un objetivo, dejar la huella de nuestro paso por ella. Siempre pongo el ejemplo de Martín Sorongueta. Todos me preguntan ¿quién es? Yo les digo que D. Martín nació en el mismo momento que Cristo, en un establo contiguo. Las dos madres estaban allí contentas por el nacimiento de sus hijos correspondientes. No hay dudas, que con esto produzco un estado de desconcierto entre los que me escuchan. Inmediatamente pregunto ¿Saben ustedes quién es este Martín? Todos responden seguramente que no; pues yo tampoco, comento, pero sí sé quien es Cristo. Hay una gran diferencia entre morir en el olvido y permanecer vivo en el corazón de los hombres. Claro que no todos seremos un “Cristo”, pero sí dejaremos testimonio de nuestra existencia. El asunto es qué testimonio dejaremos. Pasaremos a la historia como ejemplo del bien o como ejemplo del mal. De las dos maneras nuestra vida habrá tenido un sentido. Cada uno sabrá como está construyendo su existencia. Espero ser claro en esto. Ser el ejemplo del bien contribuirá al logro de una humanidad cada vez mejor, cada vez más virtuosa. Nuestra vida deberá siempre dejar plasmado un mensaje. Recordar que somos un compendio del “el bien” y “el mal”, depende de nuestra inteligencia y nuestro sentir obrar de una u otra manera. Esa, es nuestra razón de vivir.
Pero, claro está, cuál es el límite que me asegura actuar de una manera u otra. Qué me dice la inteligencia, estará allí el secreto. Seguramente que los más “perversos” seres humanos de la historia han querido dar lo mejor de sus vidas, creyendo siempre hacer el bien, visto a su manera. Quién me afirma qué es el bien y qué es el mal, con seguridad. Los más dirán que es la sociedad, el mundo, y esta visión estará en relación con lo que la historia de la humanidad conceptuó acerca del bien y el mal, a lo largo del tiempo. Pero ¡cuidado! Porque podremos estar viviendo en un mundo “Matrix”, como dice la juventud al querer llevar la “La alegoría de la caverna” a una forma entendible según la visión de hoy. Es decir, ¿estaremos viviendo en la realidad? O, más bien en un mundo irreal. Siendo así, quién me asegura qué es el bien y qué es el mal. Supongo que es una concepción que va cambiando a medida que avanza la vida de la humanidad. Pues hoy consideramos bien a lo que antes considerábamos mal. Hay quien afirma que “ el bien se logra cuando se conoce y se respeta la verdad”, pero la verdad nunca es estática, siempre cambia. Tampoco el concepto de “bien” es el mismo para todas las personas y todos los tiempos. También se piensa que “El bien se puede definir como lo que conviene a una cosa, lo que la perfecciona, con independencia del placer o dolor que pueda ocasionar”. Por supuesto que siempre me valgo de algunos pensamientos útiles que otros me puedan brindar para aclarar una incógnita. Bueno para algo vivieron los demás, debemos perpetuar sus pensamientos, sino no habrán tenido sentido sus vidas. A mi entender, es importarte lograr una comunión de conceptos para finalmente alcanzar una idea que nunca esta acabada acerca de esto o aquello. Lo que sí habremos de tener claro es que nunca la subjetividad es sinónimo de “verdad”, no hay supremacía en este aspecto, “en este sentido es correcto afirmar que todo es relativo: relativo a un antes, a un después, a un encima, debajo, al lado, cerca, lejos, dentro, fuera... Relativo, sobre todo, a la inevitable cadena perpetua de causas y efectos que todo lo ata”( “Filosofía Mínima” José Ramón Ayllón), y explico esto último por las dudas. Cuando afirmo que “todo es relativo”, estoy haciendo mención a que, a lo largo de la historia, reitero, lo que antes era sinónimo de verdad hoy ya cambió, y cambiará en el futuro. Que la subjetividad está relacionada con la opinión que es personal, pero que también responde a la manera de ver la realidad según los tiempos, nada es absoluto, no existe una verdad definitiva, ¡cuidado!, pues no estoy hablando de relativismo, pues “el relativismo, por el contrario, tiende a confundir la realidad con el deseo, lo objetivo con ‘lo que a uno le parece’”, incluso no teniendo en cuenta ningún valor, agregaría yo, tal cual lo que hoy ocurre. Lo que es sinónimo de “verdad” está en relación con el paradigma a través del cual las cosas son, según el tiempo que toca vivir.


¡Pará Jareta!, que me volvés loco, pará un poco, que no sos el dueño de la verdad

1 comentario:

  1. muy interesante tu ensayo, pensaba cuando te leía, en la felicidad y el significado que esta tiene para mi, creo que la felicidad es un mandato y el deber del hombre, buscarla ,estar empeñado en ella…esta búsqueda puede llevarnos a muchos errores, desilusiones y otras veces a éxitos contundentes…pero eso es lo mejor que podemos hacer si queremos dejar huellas …el mejor legado que podemos dejar a la humanidad es la certeza de que vale la pena intentar ser felices a toda costa….a lo largo de mis 47 años de vida (que pena decirlo) conocí personas buenas y decentes ,resignadas a la infelicidad y he visto también personas que fueron en busca de ella y que se han equivocado en el camino y han tenido que empezar otra vez , pero me quedo con ellas …..Por otro lado, como dices, la verdad, lo bueno y lo malo es tan relativo, lo mejor entonces es seguir lo que nos dicta el corazón y si somos personas pensantes, que dedicamos tiempo a la reflexión, es difícil que no sepamos qué cosa esta bien y que mal, pero no de acuerdo al discurso del mundo sino, a nuestros propios e íntimos principios.
    La vida es bella es una de mis películas predilectas , ese padre ,afanándose por crear un mundo dentro del espanto, que resultara fácil de sobrellevar a su hijo, manteniendo la ilusión….que palabra , ahora criticada muchas veces…..”Es un iluso”, “un fantasioso”, “vive de sueños”…..desde mi punto de vista es la única manera de sobrevivir…….
    Gracias por hacernos pensar, un abrazo enorme, Andrea.

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